¿Cómo afectan los incendios de Australia al cambio climático y viceversa?
400 millones de toneladas de emisiones de CO2. Es la gran cifra que nos dejan hasta el momento los incendios de Australia, según la fundación española Pau Costa. Un dato que equivale a las emisiones que genera la industria del Reino Unido durante todo un año, trabajando de forma intensiva. Una catástrofe irreversible para el medioambiente que se suma a la muerte de 29 personas y cerca de un millón de animales.
No es una situación inusual
Aunque la magnitud de los incendios que azotan Australia no puede compararse con otra catástrofe anterior, sí que es cierto que este territorio sufre cada año fuegos. Esta situación se debe a las zonas de temperatura extrema que conforman el país y los periodos de sequía. Además, según los últimos registros de temperatura, 2019 ha sido el año más caluroso en Australia. En este sentido, otro dato relevante es que IQ Air Visual subrayó que Melbourne es en la actualidad la segunda ciudad con más habitantes con el aire más contaminado del planeta.
Por otro lado, Australia fue el pasado año el segundo exportador mundial de carbón. ¿Qué quiere decir este hecho? Quemar el carbón para obtener energía supone el aumento de gases CO2. De hecho, esta actividad también influye en que la temporada de incendios se alargue en Australia.
Los incendios de sexta generación
Sin embargo, que Australia arda es normal desde hace millones de años, incluso sirve para mantener la biodiversidad y regenerar la naturaleza. Pero
ahora, según los expertos nos encontramos en una situación diferente, ya que los gases emitidos fomentarán el cambio climático y este a su vez la creación de más “megafuegos”, un círculo vicioso del que será difícil salir. Estos “megafuegos” o “megaincendios”, un término que acuñó Marc Castellnou, del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF) del cuerpo de Bombers de la Generalitat de Catalunya; se caracterizan por su intensidad, su velocidad de propagación y la cantidad de terreno que pueden quemar.
“Tenemos bosques estresados y debilitados, que se formaron con un clima distinto al actual, por lo que son más propensos a quemar”, apuntó Castellnou en una entrevista a La Vanguardia. ¿Cómo hemos llegado a este punto? El aumento de la temperatura global y las escasas precipitaciones han ido confeccionando la vegetación actual, poco resistente al fuego. Así que habrá que establecer nuevas estrategias para combatir los fuegos y salvar el planeta, lo antes posible.
Tal vez debamos, como requisito para dar de alta el gas, buscar alternativas más verdes para colaborar con nuestro granito de arena.
Comentarios