El cambio climático avanza imparable y pone en situación seria de alarma especialmente a los países más desfavorecidos. Las catástrofes medioambientales que ya sufrimos con frecuencia nos hace cuestionarnos: ¿Qué clase de mundo le vamos a dejar a nuestros hijos?
La Cumbre celebrada en Cancún en 2010, que fue vista como un éxito, recuperó la motivación y la intención de los países a continuar con el proyecto para frenar el calentamiento global. China, Brazil e India (aunque a regañadientes) expresaron, por primera vez desde que se redactó el Protocolo de Kioto en 1997, su intención de contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Esto creó un punto de inflexión en la guerra mundial contra el cambio climático ya que, a pesar de ser países muy contaminantes e industrializados, nunca se habían incluido países en desarrollo en el plan.
Durante esta misma Cumbre también se propuso la idea del Fondo Verde. Una iniciativa que comprometía a los países desarrollados a ceder 100.000 millones de dólares cada año con el fin de financiar los proyectos de entidades públicas o privadas de países en desarrollo que luchasen en contra del cambio climático. Como ya ocurrió en más de una ocasión, Estados Unidos se negó a participar y colaborar en el proyecto Fonde Verde.
Tras dos semanas de ambiguas negociaciones, la más larga desde hacía dos décadas, se establece en la costa Sudafricana de Durbán, un periodo nuevo de compromiso para prorrogar hasta 2020 el histórico plan de acción de Kioto al que nombran Kioto II, gracias a la presión que ejerció la Unión Europea.
Sin embargo, no se ha definido ningún nuevo plan, posterior a 2020 al que los países se puedan adherir para poder mantener la temperatura global a 2ºC por encima del nivel preindustrial, la que ha sido la meta principal.
Además, implementan medidas específicas para poner en práctica lo acordado en la Cumbre anterior celebrada en Cancún y se creó la Plataforma de Durban para Mejorar Acciones con la intención de desarrollar un nuevo protocolo o acuerdo, que entraría en vigor en 2020, pero al que todavía no se ha dado forma.
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No obstante, y a pesar de la resolución de la Cumbre de Cancún, la Conferencia de Durbán no obtuvo el resultado esperado de los países más poderosos de mundo. Canadá, Rusia y Japón votaron en contra de la renovación del protocolo de Kioto y además el gigante estadounidense dejó absolutamente claro que se niega a aceptar un pacto vinculante con otros países.
En conclusión, la Conferencia de Durbán estableció normas muy modestas que en absoluto se ajustan a la situación crítica, de riesgo, que está sufirendo nuestro planeta y que un año más nos deja con la duda de si seremos capaces de esquivar a tiempo el duro golpe que va a atizar a nuestro planeta.
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