Iberdrola, Naturgy y Cepsa estarán presentes este año, aunque Endesa y Repsol son ausencias destacadas, que sí estuvieron en la edición anterior.
Esta semana se celebra la COP29, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático cuya 29ª edición se lleva a cabo en Bakú, Azerbaiyán. Estas reuniones anuales reúnen a casi todos los países del mundo para abordar la crisis climática. Durante la COP29, los principales objetivos incluyen reforzar los compromisos de reducción de emisiones, movilizar financiamiento climático, operacionalizar el Fondo de Pérdidas y Daños, y promover estrategias para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales.
Todo esto es la teoría pero la realidad es que un estudio reciente que emplea una innovadora técnica para evaluar el incremento de las temperaturas globales, indica que a finales de 2023 el planeta ya habría alcanzado un calentamiento de 1,49 °C por encima de los niveles preindustriales. La situación es de emergencia crítica y lo más lógico sería que todos los países se pusieran de acuerdo para establecer planes ambiciosos para poner freno a las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, en esta edición tampoco se ha hecho ningún avance significativo por el momento. ¿Cuál es la causa de los fracasos de estas cumbres por el clima? Quizá tenga algo que ver el hecho de que este año hayan acudido más de 1700 delegados de empresas de combustibles fósiles.
El objetivo principal de la COP29
El Nuevo Objetivo Colectivo Global Cuantificado (NCQG) se posiciona como el elemento central de esta COP. Este mecanismo está diseñado para reemplazar al Fondo Verde para el Clima, con el propósito de ampliar significativamente los recursos financieros que los países desarrollados, responsables históricos de la crisis climática, deben aportar a las naciones en desarrollo. Estos fondos serán esenciales para abordar tanto la adaptación a los impactos del cambio climático como las estrategias de mitigación necesarias para limitar su avance. Pero este y otros objetivos chocan de frente con los intereses de la industria de combustibles fósiles.
¿Cómo afecta la COP29 a la industria fósil?
Los planes que podría mermar los beneficios de la industria fósil son los siguientes:
- Revisión de subsidios a los combustibles fósiles: muchas discusiones girarán en torno a eliminar los subsidios a esta industria, lo que podría reducir su competitividad frente a las energías renovables. Estos subsidios alcanzaron niveles récord en 2022 y son un tema prioritario en las negociaciones climáticas.
- Aumento de los costos de carbono: se planea avanzar en la implementación de mercados de carbono y regulaciones bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París. Esto podría aumentar los costos de emisión para las empresas de combustibles fósiles, haciendo menos rentables sus operaciones y alentando la transición hacia fuentes de energía más limpias.
- Reducción de la demanda global: los compromisos de los países para actualizar sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs) incluyen objetivos para abandonar gradualmente el uso de combustibles fósiles. Esto podría disminuir la demanda de petróleo, gas y carbón, impactando las ganancias de la industria.
- Financiamiento climático y renovables: la creación de fondos como el Fondo de Acción Climática en Azerbaiyán busca redirigir inversiones hacia energías renovables y resiliencia climática, reduciendo aún más el espacio financiero disponible para proyectos fósiles.
¿Por qué hay lobistas de la industria fósil?
Aunque no son «invitados» directamente, estos actores se registran como representantes de las partes interesadas o como miembros de delegaciones gubernamentales. Las cumbres climáticas están diseñadas para incluir no solo a los gobiernos, sino también a una amplia variedad de actores no estatales, incluyendo empresas, organizaciones no gubernamentales, académicos y grupos de la sociedad civil. Pero las organizaciones ecologistas denuncian que la industria utiliza estas plataformas para frenar avances que afecten su rentabilidad, lo que contradice los objetivos principales de estas cumbres.
Este año han acudido un total de 1773 representantes de diferentes grupos de presión relacionados con la industria de los combustibles fósiles. Un informe reciente de la coalición Kick Big Polluters Out (Echad a los Grandes Contaminantes) destaca el peso significativo del lobby de los combustibles fósiles en la COP29. Según el análisis, si se combinan los delegados enviados directamente por empresas petroleras con aquellos integrados en delegaciones nacionales vinculadas a la industria, este grupo sería la cuarta delegación más numerosa. Solo sería superado por las delegaciones de Azerbaiyán, el país anfitrión (2.229 miembros), Brasil, que organizará la próxima cumbre, y Turquía.
El informe también denuncia que los representantes de los intereses fósiles han recibido más acreditaciones que los delegados de los diez países más vulnerables al cambio climático, que suman 1.033 en total. Esto, afirman, resalta cómo la presencia de esta industria está eclipsando a las voces de quienes enfrentan los mayores impactos de la crisis climática, relegando las necesidades de las naciones en primera línea de la emergencia climática.
La coalición enfatiza que este desequilibrio refleja la influencia desproporcionada de los grupos de presión fósil en decisiones críticas que deberían priorizar soluciones sostenibles y justicia climática.
¿Quiénes están en la COP29?
Uno de los grupos de presión más destacados es la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA, por sus siglas en inglés) ha enviado a la COP29 un total de 43 representantes, entre ellos empleados de grandes corporaciones como TotalEnergies y Glencore, dedicada al comercio de materias primas.
Según el informe, los diez grupos de presión con mayor presencia en la conferencia provienen de países desarrollados. Además, varias delegaciones oficiales han integrado a miembros de la industria de combustibles fósiles en sus equipos. Al menos 181 personas vinculadas a este sector participan en las delegaciones de naciones europeas como Grecia, Italia, Reino Unido, Suecia y Bélgica.
Japón y Canadá también han seguido esta tendencia. Japón cuenta con representantes del conglomerado Sumitomo, mientras que Canadá incluye a personal de las petroleras Suncor y Tourmaline. Entre las participaciones más controvertidas figuran nombres destacados como Chevron, ExxonMobil, BP, Shell y Eni.
Presencia española en la COP29
En cuanto a España, la Asociación Española del Gas (Sedigas) ha acreditado a ocho lobistas para la conferencia. Iberdrola y Cepsa también estarán presentes, aunque en menor medida respecto a años anteriores. Iberdrola ha reducido su delegación de 12 personas en la COP28 a 7 en esta ocasión, entre ellos su presidente ejecutivo, José Ignacio Sánchez Galán, y Athanasios Tsantilas, líder de su filial griega Rokas Renewables. Por su parte, Cepsa, ahora conocida como Moeve, ha pasado de 7 representantes a solo uno: Luc Steuns, su director de Estrategia y Sostenibilidad desde 2023, quien anteriormente trabajó en Shell.
En Bakú también participará Naturgy con cuatro integrantes en la delegación de Sedigas. Asimismo, BBVA, un banco español destacado por financiar proyectos vinculados a combustibles fósiles, contará con Antonio Ballabriga Torreguitart, quien asiste en representación del Grupo Español para el Crecimiento Verde.
Ausencias notables:
Por otro lado, este año no estarán presentes delegaciones de Banco Santander, Endesa ni Repsol, que habían asistido en la COP28 en Dubái. Anteriormente, algunas de estas empresas participaban a través del Real Instituto Elcano, que tampoco figura en la cumbre de 2024.
La exigencia de una reforma de las cumbres
George Carew-Jones, portavoz de YOUNGO, la delegación juvenil de la ONU, expresó su frustración al señalar que las cumbres climáticas fracasan en avanzar debido a la presencia de un gran número de delegados que tienen intereses directos en preservar la dependencia global de los combustibles fósiles. Según él, esta dinámica impide que las COP logren cambios significativos en la lucha contra el cambio climático.
En paralelo, expertos en política climática de renombre internacional han dirigido una carta abierta al secretario general de la ONU, António Guterres, exigiendo reformas profundas en el modelo de las cumbres climáticas.
En su mensaje, piden que las COP excluyan a los países que no muestren un compromiso genuino con la transición energética.
Aunque reconocen que estas conferencias han logrado avances importantes desde su inicio hace casi tres décadas, los firmantes advierten que ya no cumplen eficazmente su propósito. Subrayan la necesidad de transformar el enfoque actual, pasando de interminables negociaciones a una implementación efectiva. Según ellos, esto permitiría cumplir con los compromisos adquiridos previamente y avanzar hacia una transición energética global que deje atrás la dependencia de los combustibles fósiles.
Un panorama sin esperanzas
Mientras el IPCC insiste en que este año debe marcar el punto máximo de emisiones globales para evitar un calentamiento desastroso, el informe anual del Global Carbon Project, presentado en la COP29, revela una realidad preocupante: las emisiones de gases de efecto invernadero aumentarán un 0,8% en 2024.
El informe destaca que los «cambios en el uso de la tierra», que incluyen actividades como la deforestación impulsada por la agroindustria y otras prácticas humanas, añadirán 4.200 millones de toneladas de dióxido de carbono (GtCO2) al total de emisiones. Esto eleva las emisiones globales de CO2 a 41.600 millones de toneladas este año, superando en 1.000 millones de toneladas las del año pasado, que ya habían establecido un récord histórico.
Estos datos subrayan la urgente necesidad de implementar políticas más ambiciosas para frenar la deforestación, reducir el uso de combustibles fósiles y adoptar tecnologías limpias. Sin cambios drásticos en los patrones de producción y consumo, las metas climáticas globales se vuelven cada vez más inalcanzables.
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